Natación y matronatación en las guarderías


Durante los últimos años cada vez son un número más grande de guarderías, en su mayor parte privadas, las que ofrecen a los padres el servicio de natación y matronatación en escuelas infantiles para sus niños y bebés, una actividad con muchos beneficios para nuestro hijo. La natación mejora la capacidad motora de nuestro pequeño, su capacidad pulmonar, le relaja, le estimula…….., es uno de los deportes más completos para un niño, además de aprender a nadar, lo cual será un aspecto básico en sus vidas.

Natación y matronatación en las guarderías

No todas las guarderías tienen instalación de piscina, y para solventar esta carencia ofrecen acuerdos con piscinas cercanas, tanto municipales como privadas, para llevar a los pequeños a natación, bien como actividad extraescolar o bien durante el periodo lectivo de lunes a viernes. Veamos a continuación los pros y los contras tanto de la matronatación como de la natación en guarderías, unas actividades muy extendidas hoy en día, y conozcamos en qué consiste cada una de ellas.

¿Qué es la matronatación y en qué consiste?

No debemos confundir la natación con la matronatación. En el caso de la natación los niños aprenden a nadar solos en el agua con un profesor y es recomendable practicarla a partir del tercer o cuarto año de vida, en función de las aptitudes físicas de nuestro hijo. La matronatación no son clases para que los bebés aprendan a nadar, ya que su aparato locomotor no tiene el desarrollo necesario para ello, y sólo lo tendrá cuando llegue a la edad de cuatro años. La matronatación en guarderías ayuda a estimular en el agua al bebé mediante juegos para aprender a flotar y moverse por el medio líquido, acostumbrándole a ello.

En la matronatación, como su nombre indica, es fundamental la interacción dentro del agua del bebé con el padre o madre, los cuales serán orientados por un profesor que se encarga de esta actividad. La matronatación en guarderías, por este motivo, es siempre una actividad extraescolar que se ofrece a las familias, ya que requieren de su participación activa.

No existe una edad definida que se recomiende para comenzar con esta actividad en el agua, pero la mayor parte de los pediatras recomiendan empezar a partir de los cuatro meses de edad del bebé, ya que es a partir de este momento cuando el sistema inmunológico está más maduro y el riesgo de resfriarse o coger algún virus disminuye mucho.

Una clase de matronatación suele tener una duración entre 30 y 45 minutos, dependiendo mucho de las características de cada bebé. En las clases se utiliza siempre material didáctico acuático como pelotas, tablas, juguetes, etc., gracias a los cuales la experiencia para el pequeño es muy divertida y visual.

Beneficios de la matronatación y la natación en las guarderías

Tanto la matronatación para los bebés como la natación para los niños a partir de cuatro años tienen múltiples beneficios para ellos, tanto a nivel físico como psicológico, veamos aquí algunos de estos beneficios:

  • Ayudan a potenciar el desarrollo psicomotor y locomotor del niño, mejorando la movilidad y la rapidez de movimientos de nuestro hijo.
  • Favorecen que se les abra el apetito y concilien mejor el sueño.
  • Fortalece los pulmones de los bebés y niños.
  • Estimula a los bebés en el caso de la matronatación, lo que fomenta el aprendizaje y ayuda a desarrollar su creatividad.
  • En el caso de la matronatación, se fortalece el vínculo entre padre y/o madre y el bebé, sobre todo el basado en la confianza.
  • Los niños aprenden a compartir y realizar actividades con otros niños, mejorando sus dotes para socializar.

¿Cuáles son los contras de la matronatación y natación en las guarderías?

No obstante, también según los pediatras, existen algunos puntos negativos que debemos considerar a la hora de llevar a nuestro hijo a una piscina en una guardería:

  • Enfriamientos, posibilidad de intoxicación hídrica e infecciones como la conjuntivitis química provocada por el cloro.
  • Infecciones de los pies por hongos.
  • Una falsa sensación de seguridad por parte de los padres que pueda hacer pensar que el pequeño sabe nadar sin ningún riesgo y en este caso puede ocurrir que se baje la guardia cuando el niño está solo en el agua.
  • Episodios de otitis, que suele ser la enfermedad más típica que padecen los niños y bebés que practican la natación. Para evitarlo suele ser aconsejable la utilización de tapones para los oídos.
  • Existen piscinas con exceso de cloro, lo cual puede provocar que el niño desarrolle síntomas asmáticos.
  • Que los niños traguen agua y esto les provoque problemas gastrointestinales.

El primer día del bebé o niño en el agua

Todo niño necesita su periodo de adaptación al nuevo medio, tanto si comienza con matronatación a los cuatro meses como si comienza con natación en la guardería. Desde casa podemos ayudar a llevar a cabo este proceso de una manera satisfactoria. Podemos por ejemplo durante el baño nocturno diario dejarle que se divierta un rato jugando con el agua, siempre bajo supervisión, con juguetes de agua. También se le puede mojar la cara y la cabeza de forma divertida para que se vaya acostumbrando y asocie el agua con un momento muy agradable.

En el caso de los bebés y la matronatación, el primer día de clase es conveniente que cojamos al bebé en brazos y lo peguemos a nuestro pecho para que se sienta seguro, hablándole con voz suave y sonriéndole, a la vez que nos introducimos muy poco a poco en el agua.

En el caso de los niños a partir de tres o cuatro años que vayan a clases de natación en la guardería el proceso será similar, aunque no nos metamos con él en el agua. Conviene no forzarle, explicarle que va a jugar mucho, y si las primeras clases el niño tiene que estar sentado en el borde de la piscina mojándose sólo los pies, sin problema, es cuestión de paciencia. Hay que tener en cuenta que tanto para los más bebés como para los más mayores, la piscina es algo nuevo para todos ellos y lo más importante desde el primer momento es que no cojan miedo y que se sientan felices y tranquilos.

Estado de las piscinas en las guarderías

Las piscinas de guarderías o las que tengan acuerdos con ellas para que acudan bebés y niños pequeños, deben tener una temperatura de su agua de aproximada de 32 grados para evitar enfriamientos y el nivel de cloro debe estar entre el 0,5 y el 0,6 por ciento, ya que el exceso de cloro puede causar asma y dañar los pulmones de los niños.

Los vestuarios deben estar adecuados también a su tipo de clientela, con cambiadores para los bebés y secadores de pelo, además de estar climatizados y de estar ubicados junto a la piscina.

Las condiciones higiénicas de una piscina están regidas por las correspondientes áreas de sanidad de cada comunidad autónoma de España, estando sometidas a unos rigurosos controles de calidad.

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